domingo, 9 de octubre de 2011

¡HEY NO OS DURMÁIS! qué traigo otro

Os debo unos comentarios, os debo unos textos que casi no llegan, os debo  algunas horas. Perdonad vecinos pues he estado bastante liado, aunque no hay excusa para pasar un buen rato.
Os debo este texto del 25 de Septiembre, Os debo una denuncia delirante y os debo una ruta de la GR48, y eso por la parte más corta. Mi vecino, ese que va por ahí con capa y antifaz, dice:¡ que, que pasa, que lo tengo abandonado! Os lo debo………. 



¡¡ PONGÁMOS QUÉ HABLO DE….!!  
                                  
                                                           LA SIERRA DE ANDÚJAR







Una de mis mejores inclusiones a aquel paraje tan visitado por mi, ocurrió aquel domingo 25 de septiembre. En mi coche y a las 6.30 de mañana, cuando aún la noche campaba a sus anchas, cuatro amigos casi desconocidos emprendimos un viaje a la sencillez más primaria.
Mi vecino Eugenio me propuso visitar un día la sierra  − veo qué te gusta el parque natural de Andújar −. Me dijo.  De todos es sabida mi pasión por aquel cacho de tierra. − Yo he vivido allí desde los dos años, y he pasado casi toda mi vida de guarda en una finca, cuando los recuerdos y la nostalgia me salen por la piel, subo a visitar mi tierra, y sobretodo, a comprobar que todo esté en su sitio −. Hablaba y contaba su vida en el monte y por momentos me hipnotizaban la honradez  y la verdad de sus palabras.
Así se dispuso, el amanecer lo debíamos de ver camino del pantano del Jándula. A los tres minutos de coche, ya nos conocíamos perfectamente los cuatro, o al menos lo necesario como para pasar ese domingo de septiembre.

Mi vecino puso en aviso de nuestra visita al guarda. Este, amigo y heredero de su puesto como guarda, dejo una puerta trasera entreabierta. Pasamos la puerta metálica, entramos a un mundo simple y de valores sencillos, donde las palabra sí tiene fuerza, donde lo dicho entre hombres vale como las señales de un mapa o la firma de un contrato.
En el 4x4 improvisado viajaban; un anciano nostálgico con esencia de jara por sus venas; un sobrino  camionero, con un amor platónico por la sierra y por las historias y la vida de su tío; un intelectual preguntón donde por momentos las circunstancia le desubicaban por completo, y loco por encontrar un lápiz o bolígrafo para apuntar aquello que no podía retener en su memoria; al volante un pobre aprendiz de brujo, que no hace mucho le vio la verdad al asunto y abnegado se dedica a sacarle el jugo a la alegría, es más, vive sólo para exprimir y saborear el néctar de la felicidad. Y esa excusión, como digo: fue un viaje a la sencillez y la alegría más primarias.

Tras pasar la valla metálica entramos en un mundo privado, en un mundo visitado tan solo por una docena de matriculas privilegiadas de doce coches diferentes. Atrás se quedaron primas de riego, conflictos con la sanidad y la educación, la crisis del euro no existía pues por aquellas trochas se contaba aún en pesetas. La tierra dejó de girar, los segundos duraban horas, esta época de vorágine y desaliento se quedó con un palmo de narices tras el candado de la puerta metálica.

Nuestra primera visita fue la finca donde trabajó mi vecino, antes subimos pendientes imposibles envueltos en el olor del amanecer puro, de dehesa, de monte mediterráneo, atiborrados de oxigeno de lentisco y jara. Mi vecino Eugenio no paró un instante de contar y desnudar años y años por aquellas letanías. Los ojos vidriosos, los labios resecos de tanto hablar y recordar, el alma en su garganta. Paramos un minuto en el paso de un collado, − allí −, señaló con el índice, − en lo alto de aquella loma, allí, esparciré mis cenizas −. Qué suerte, qué claro lo tenía, sabía perfectamente donde pasar la eternidad. − ¡Tan arriba!, no había otro sitio más llano Eugenio, ya podías haber elegido el mar como hacemos todos los del interior −, bromeábamos, intentábamos quitarle emoción al momento. Con palabras sencillas y honestas, su sobrino se ofreció a subirlo allí y esparcir sus cenizas, cómo él quería, y lo dijo de todo corazón.
Eugenio entregó los presentes que tría bajo el asiento a María, la mujer del guarda. Una hermosa ristra de ajos y un par de berenjenas brillantes y prietas como una noche de Enero.
La soledad, el paisaje, comenzaron hacer mella en nuestros ojos, Pepe y yo cruzamos miradas de asombro. Quedamos con María para después, para cuando Paco el guarda estuviera, y retomamos el camino.
Dejamos “Puerto Bajo” y otra puerta nos llevó a “Puerto Alto”. Eugenio, orgulloso, nos contaba el trabajo que allí hizo. − Todo lo que veáis arado, todo lo hice yo, primero con una yunta de mulos y después con un cadenas −.
Los ciervos se dejaban ver, la berrea se oía, la fauna cinegética tenia allí su cielo, su paraíso antes de encontrarse con un calibre 300 que los llevaría al infierno, al infierno de la caza mayor.
Eugenio no paraba de hablar, estaba encantado con las constantes preguntas que le hacíamos Pepe y yo. Mi amigo a lo suyo, el nombre coloquial y tópico que usaba para distinguir la fauna y la flora o los sitios específicos de la finca, le volvían loco, una sonrisa tímida y personal asomaba a su cara mientras en retales de papelajos hacia sus anotaciones:”mohíno, La Barranca Vega Ancha, el Horno del Podrío, Los Atrancaderos, la mejorana, cantueso, el bareto…”  Y yo a lo mío, preguntas antropológicas, de cómo era la vida allí, de cómo era el invierno, de cómo se enteraba de lo que pasaba fuera de los límites de la finca. No quiere contarnos lo malo, sólo mostrarnos lo bueno, su mirada se pierde entre las encinas que conoce perfectamente, su mirada fija  en el monte, en su monte, un suspiro como el hielo se le escapa hacia el cristal de la ventanilla, cree que nadie se ha dado cuenta, mejor así.





El desayuno (perdón, el “Pikis-Labe” cómo decían) lo hicimos debajo de un alcornoque, pero la comida se merecía la sombra de una gran encina.
Antes vistamos y hablamos con una guardeña amiga de mi vecino de una finca colindante. Sus ojos tristes nos enseñaron la soledad, − Eugenio ya no lo aguanto más, van para veintitrés años los que llevo aquí sola, además el señorito no quiere poner las placas de luz − nos mira cómo si nos conociera de toda la vida, o cómo si no le importase las consecuencias de sus palabras, − mi marido se va al amanecer a controlar los bichos, y yo, aquí, sola todo el día −. De nuevo las miradas cómplices, Pepe y yo no salíamos del asombro, por momentos vivíamos y éramos protagonistas de la novela de Delibes  “Los Santos Inocentes”. Aquel paraje, aquel vergel, aquel remanso de paz roto tan solo por el movimiento sinuoso de las sombras de las encinas. Aquel rincón se convirtió hace ya años en el infierno particular de esta mujer. Tragamos saliva, áspera y dura, como las palabras de esta nueva amiga, Pepe anotó algo en un cacho de papel y a mí, sus palabras, se me clavaron en el corazón. Lo que hacía diez minutos resultaba una experiencia única (ciervas al lado de la lonja y andando junto a los coches, una cortijada de postal, recién encalada, dos robles enormes como atalaya al frente de la casona, de banda sonora la música del monte mediterráneo) se convirtió en la otra realidad. El lado oscuro de la vida ermitaña, de esa vida que casi nadie conoce o entiende excepto el amigo Delibes y mi vecino.
Un simple: − Esto es muy duro, te tiene que gustar mucho el monte para vivir aquí − de voz de Eugenio para explicar el momento.
Continuamos la marcha, pasamos por prados de pastos secos y amarillentos, pisados por los ciervos que entonces si contemplábamos a escasos metros de distancia.
La berrea a viva voz, el sonido de una nuez resquebrajándose en una garganta encendida, esta es la música de Sierra Morena. Aún con un cortejo triste por parte de los venados a causa de altas temperaturas, algunos tenores ungulados nos deleitaban con su martirio sonoro.

Hemos cruzado carriles, trochas, senderos, todos ellos hechos por mi vecino y su hermano. Ellos fueron los ingenieros, los topógrafos, los peones. Rajaron y cortaron la sierra durante muchos años para llegar a casi todos los rincones, sus carriles parecían las venas del monte, y por ellos discurrían para el beneplácito del ganado cinegético, cómo para la comodidad del pagador del puesto en la montería. No olvidemos que el fin de estas fincas es la caza mayor.

Ya toca comer y Eugenio sabe perfectamente donde va a ser. Han sido numerosos los días de avituallamiento y siestas al cobijo de la encina que emerge en solitario en lo más alto de la finca. A la izquierda, a nuestro pies, el pantano del Jándula. A la derecha la loma donde quiere pasar el resto de su eternidad. En nuestras cabezas un par de águilas reales cogiendo térmicas y disfrutando de su peculiar vista. Nosotros a golpe de prismáticos vemos como una de estas águilas se posa en tierra y pasa allí unos minutos tranquila. La comida se acompaña con un buen trago de vino y unas alabanzas a la carne con tomates y pimientos que mi vecina echó en la talega de su marido. − Eugenio, amigo, para la próxima vez, dile a tú mujer que haga la olla más grande, esto está de lujo −. De lujo iba siendo el día.


El café con miel lo tomamos con Paco, el guarda. Mientras llegamos al cortijo, mi vecino me enseñó los nidos de las águilas Imperiales, los nidos de la cigüeña Negra, madrigueras de linces, paso de lobos y todo envuelto en alguna historia que le pasó con estos animales. Manolo, su sobrino, le escuchaba atentamente, cómo si la oyera esa historia por primera vez, y ya la conocía de toda la vida. Han pasado algunos días de esta excursión, he dejado madurar estas palabras pues me impresionó gratamente y quería al menos darle  esta importancia. Puedo decir que tío y sobrino me parecieron un tanto a Don Quijote y su entrañable Sancho. Por momentos la defensa qué Eugenio hacía sobres su vida en aquel cacho de tierra, bien valiera un capítulo de Cervantes.

Qué fácil es disfrutar de las cosas pequeñas, ahí es donde se esconde el misterio, no hace falta viajes apoteósicos, o coches carísimos que solo ven el interior de la cochera, o aventuras de cinco o de cinco mil euros, con sólo un trago de vino, junto a cuatro amigos al cobijo de la sombra de una encina, la vida es más feliz.

En casa de Paco el guarda, María su mujer nos ofreció su mejor café, su mejor miel y su mejor leche, la que ellos tomaban cada día.
La charla fue distendida, Paco sin conocernos de nada nos ofreció su casa, su mano, su amistad. Hablaron del poco calibre de las cuernas este año, de que los venados no estaban gordos, que el frío todavía no se había echado. No dijeron nada ni de la Merkel, ni de Moody´s, las primas de riegos y el FMI no aparecieron por aquella sobremesa. Paco si reprochó la conducta de unos técnicos de la Junta de Andalucía que lo visitaron hace poco, más que nada porque no sabían distinguir el alcornoque de la encina. Sabiamente se preguntaba el guarda  si  “estos” eran los que le iban a dar de comer en el futuro.

La tarde al igual que el día pasó entre cosas pequeñas y sencillas. En romper algunos piñones en busca de su fruto, en comprobar la instalación de las placas solares, en verificar los acumuladores de luz, porque al contrario de la finca vecina, Paco y María si tenía luz, y ella al menos dejaba la televisión encendida mientras hace la tareas de la casa y Paco, Paco no sabe de teles, sabe de ciervos y de enfermedades de encinas y pinos y sobretodo sabe de miel, y de panales, y de abejas y a él le da igual lo que den en la televisión, eso sí el tiempo de la 1 del Canal Sur, no se lo pierde.

Y regresamos, y nos conjuramos con Paco y María en volvernos a ver. Desandamos un poco de camino hasta la puerta metálica, aquella frontera de alambrada trenzada separaba dos mundos, cuando Eugenio echó el candado, gritaron, ¡¡ GOOOOOOOL !!
cómo locos por la radio del coche. Apagué la radio, el regreso a casa esa vez fue bajo la charla y el silencio de cuatro amigos que se encontraron un domingo de septiembre.


  La noche todavía calienta mi balcón, ya tengo ganas de que llegue el frío y la lluvia limpia. Espero contaros pronto la ruta de la GR48, y la denuncia que tengo que hacer los ¡¡21 ingenieros ineptos del ayuntamiento!! Cómo me dijo uno que tenía que hacer. Esperadme no os durmáis aún que os tengo que contar…

                               Buenas Noches………


domingo, 11 de septiembre de 2011

NUEVO CURSO - 2011/12





     Quedan pocas horas para que comience el curso 2011/12. Los niños, pobres, no saben si reír o llorar. Tienen un nudo marinero en el estomago y hoy ni la salsa del pollo asado le ha resbalado por la garganta.
Se preparan mochilas, estuches, libretas, alegrías, reencuentros, horrores, pesadillas, pescozones entre unos otros y bocadillos de mantequilla con chorizo revilla.

     Mañana comienza todo, no el 1 de Enero como dice el embustero del almanaque. Mañana, escuelas, centros sociales, cadenas de televisión, cursos a distancia, coleccionables, objetivos laborales, las reuniones de los miércoles y la de los jueves, el partido del sábado y las salidas al campo del domingo, comienzan mañana lunes, con el curso 2011/12.
Mañana, por fin, con el nuevo curso, mamá volverá al café con las otras madres y ya tiene ganas de oír las críticas y el chismorreo de todos los días. Ya se pueden caer los mercados financieros de medio mundo, ya podemos tener la crisis económica-laboral más grande y dañina desde hace más de cincuenta años, incluso ya se les puede olvidar el cumpleaños de papá: nada, todo esto no importa nada. Lo importante es: – ”¡ Has visto a la Esteban, se le ha caído aún más la nariz !” – .
Y papá, ¡ay papá!: gimnasio, padel, revista del motor, la copita del martes por la tarde, ¡uy! que digo, la reunión del martes por la tarde, “ la kedada” del sábado por la mañana en el parque infantil con otros papás: “ kedada” de refrescos y paquetes de pipas, mientras mamá friega la casa, no penséis mal.

     Mañana comienza el nuevo año, el nuevo curso.
La liga de fútbol ya lleva dos jornadas, pero todavía los puntos que han conseguido los equipos no tienen el mismo sabor y valor que los venideros. Hoy todavía hace calor, pero mañana seguro que buscamos las primeras rebecas, aunque estemos a 35º.
El marcador con el 00:00 comienza ha andar mañana a las nueve, al toque insistente de una sirena impertinente a la puerta del colegio, que a las nueve de lo mañana despierta a infantes y mayores. Cómo decía Federico: “ A las cinco de la tarde; La cogida y la muerte...; A las nueve de la mañana...”
Pasado mañana martes comienzan las correrías, el ir y venir sangrante por las vías públicas a golpe de primera, claxon, embrague y segunda (y si tienes suerte y aquello anda, tercera). Pero mañana es fiesta, como el 1 de Enero, reencuentros, horarios, libros forrados, pantalones piratas todavía, besos en las mejillas, miradas envidiosas y asesinas.
Mañana no es lunes, es el primer día del curso, es el preparatorio para lo que se avecina del martes. Y los niños: – “eso es lo que hay, y no te quejes que yo el martes ya tengo una reunión por la tarde”
El martes vendrá con el estrés de hace dos meses, con los porrazos al despertador al amanecer, los deberes de por la tarde, con la compra del mercadona una vez por semana, con el: – “ayer tiré yo la basura, así que te toca a ti la cena” – .

     Mañana lunes vendrá y no tiene ni remedio ni solución, pero al menos será mejor que el martes.

     Hoy, mi primo Peter Pan ha estado todo el día conmigo. Como todo los años nos despedimos del verano entre sollozos y fantas de naranja, abrazados entre lágrimas, jurándonos y perjurándonos, igual que dos borrachos borrachos desde el día anterior y ya echándonos en falta.
El se va ha guerrear con Garfio y yo ha cortar el pan para los bocadillos de mañana de lo niños. Seguro que campanilla y los indios son parejas de mus contra Peter y mi sustituto, el torpe cocodrilo. Mi hijo llora y suplica: – “mañana no quiero ir al colegio, me quiero ir con el primo Peter al país de nunca jamás... y yo también hijo mio, y yo también”–.

     Llega la maldita rutina, el calendario organizado hasta navidades, el tedio constante del mismo día, una y otra vez, el mismo día. Al menos se retoma las lecturas de los miércoles, las escrituras de los jueves, el vuelos de las rapaces de los sábados y las resacas del domingo.

     Comenzamos un curso nuevo, un año nuevo. Con nuevas pretensiones, con nuevas asignaturas extra escolares, extra laborales y extra matrimoniales.
Ruego a un dios que no conozco de nada para que me de fuerzas y no convierta a mis hijos en pobres niños robotorizados y abotargados con el Ingles de cuatro a seis, con el piano de seis a siete, la informática de siete a ocho, el judo de ocho a nueve, etc, etc...

     Cuidado con el martes que seguro que vendrá y además es 13.

Un saludo y resignación, yo al menos me montaré alguna que otra fiesta con mi primo, si, ese que vive en el único país sin mercados financieros.

Pero desde este balcón con olor a lapicero y goma de borrar os deseo:

                              FELIZ AÑO NUEVO, ¡Qué digo! FELIZ CURSO NUEVO.............

Buenas noches...........

                                            al curso 2011/12






martes, 30 de agosto de 2011

TERMINOLOGÍA





                                                TERMINOLOGIA


      Desde hace un tiempo vivimos bajo las premisas y arquetipos que rigen nuestra sociedad.
Influenciados por normas no escritas, por símbolos y términos que marcan, quiera uno o no, las pautas ha seguir.
      Desde mi balcón, esta tarde y nadando por los tejados, sólo veo nuevos términos. Terminologías impuestas que nos crean unos precedentes y nos predisponen para el quehacer del día a día.

      La Terminología se hizo presente en nuestro lenguaje alrededor del 1930. Un científico alemán unificó términos dentro de la lengua de la ciencia para así comprender y asimilar mejor los conceptos, funciones y resultados que los avances dentro de la misma se estaban produciendo sin parar durante aquellos primeros años del siglo pasado. Con este método, los tecnicismos, el vocablo en ocasiones enrevesado de la ciencia y el dialecto exclusivo de unos pocos entró en mezcolanza con el lenguaje coloquial y acercó aún más la ciencia al ciudadano normal.
“Reacción en cadena”, “carga positiva”, “combustión liquida”, “mecanismo hidráulico”.... Se han unido varias palabras y lo hemos entendido mejor.

      Últimamente está pasado que aquello que en su día tuvo importancia y se le dio la relevancia que merecía, hoy se la hemos quitado por completo, algunos valores, algunos conceptos básicos de respeto y vergüenza, de convivencia cívica, en gran medida todos estos valores han desaparecido o están en proceso de extinción. Cierto es que la propia evolución o progreso ha hecho que términos o acciones o aptitudes, hoy no tenga el valor que tuvo antaño, pero también es cierto que a los jóvenes hay que enseñarles a mirar en el espejo de ayer. A esa generación inalambrica, a la generación de Internet y del móvil, a la generación donde el barça y la selección española lo ganan todo, a esa generación que no para de ver éxito tras existo de los deportistas españoles, a esa generación que le preguntan extrañados a papá donde va cada mañana tan temprano, a esos que después de una fiesta y cuando el sol está apunto de salir, se cruzan con mamá en el rellano de la escalera y la ven con su uniforme, o delantal, o traje de chaqueta, o con un mochila a la espalda y no saben, ni aprecian hacia donde va su madre, a todos estos hay que mostrarles la vida tal y como es, sin más engaños, ni más artificios. Papá y mamá trabajan de sol a sol, hoy, ayer, mañana y pasado mañana y no pasa absolutamente nada esa es la vida que conocemos los seres normales. Es verdad que queremos lo mejor para nuestros hijos, pero no hacemos nada malo, solo trabajar e intentar aportar algo.
Nunca fuimos dioses atletas, nunca antes pasamos por el lunes sin darle importancia como estamos haciendo ahora, nunca antes nos encogimos de hombros y dejamos que otro cargará con nuestra negligencia, como hacemos ahora.
La terminología ha perdido el valor de su concepto inicial, ya no nos ayuda entender, ya no nos ayuda a valorar, ahora simplemente nos limita a vivir bajo su forma lingüística.

OBSOLESCENCIA PROGRAMADA” -término acuñado a caso echo, con resultados terribles-
MALA PRAXIS” - terminología nefasta que usamos sin darle la mayor importancia -
TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS” - de esta ya estoy un poco harto, bajo este término todo está perdonado o asumido, pues mira, por mi parte, no-
FALTA DE RESPONSABILIDAD” - terminología asociada a la no educación inicial y familiar-
VOLATILIDAD DE LA PRIMA DE RIESGO” - que me lo expliquen -
ESTADO DE BIENESTAR” - que me lo expliquen aún más -

Se puede continuar hasta el infinito. Todos términos para que los lerdos aprendamos a vivir en este mundo impuesto y en ocasiones innecesario. No sé quien dijo: “ El ciudadano, independiente y único es un ser extraordinario, evolutivo, creativo, ingenioso, responsable y vivo. Pero el ciudadano colectivo, global, aglutinado se ha convertido en lento, inactivo, miedoso y envidioso” (creo que esto no lo dijo nadie, bueno lo he dicho yo ahora).

     Desde mi balcón, esta tarde, solo veo terminologías revoloteando por lo alto de los tejados, por lo alto de las cabezas de mis vecinos, iluminados cómo si fueran carteles de neón. Yo tengo en lo alto de mi sesera ahora mismo el de “MALA PRAXIS” como un cartel de McDonald.

Desde mi balcón veo asentimiento, dejadez, conformidad, latidos lentos e insonoros, hasta veo justificación y resignación, veo la tristeza y la desgana en cada gesto y paso que da mi vecino.

      Debemos mostrar el espejo de ayer a estos jóvenes de porcelana. También debemos mostrar el espejo de antes de ayer a lo no tan jóvenes. Sí, estos no tan jóvenes que creen que sus actos no tienen importancia, que nada tiene valor y que mañana sale el sol. Está claro el sol saldrá mañana pero aquí, no hace tanto, hermanos y primos se mataban entre sí y el rencor y el terror campaban a sus anchas y el sol tardó cuarenta años en salir.

Ojalá dejemos en paz a la terminología hacer su trabajo, ojalá no nos enganchemos a esta droga de diseño, a estas acciones impuestas que nos invaden en nuestra forma de vivir, estos términos.

                                                  VIVE Y ….... SÉ FELIZ.....

SOCIEDAD DEL VECINO” -mientras que yo esté mejor que mi vecino, ya se puede caer el cielo que me da igual, ahora como se compre un coche nuevo, ya me está tocando los hue...-
POLITICAMENTE CORRECTO” - es la falacia más grande jamás escrita antes-
LIBRE COMERCIO” - tomadura de pelo de dos o tres-

                                           ….. y así hasta el infinito.

Un saludo y buenas noches..................


sábado, 13 de agosto de 2011

¡¡ MANERAS DE VIVIR !!

 


        
                                                            ¡¡MANERAS DE VIVIR!!

Ayer por la tarde, una tormenta imprevista y sin venir a cuento, me despertó con sus truenos y sus tonterías. Otra vez la misma cantinela de este verano.
La tarde azul denigró a un gris plomizo que enmudeció el cantar cansino de las chicharras. El viento, fiero y arremolinado apareció como el conejo en la chistera de un mago, por arte de magia. La calle desierta, callada y expectante, como si el mundo fuera explotar en una cuenta atrás de diez segundos, otra vez la película de este verano...”faltan tres minutos para que todo esto estalle, faltan tres minutos para que todo lo hemos creado se vaya al garete...”
Al final, nada, mucho ruido y pocas nueces, esa tarde que parecía el principio del apocalipsis terminó ensuciando los coches de un color teja-barro, me ha costado cuatro euros quitárselo de encima.
Al menos el bochorno nos dejó cinco minutos, el suficiente para asomarme al balcón.

Por fin un poco de fresco natural, llevaba casi tres meses sin ver atardecer desde el balcón.
De fondo mi amigo Rosendo Mercado con sus “maneras de vivir” y al compás de su letras sonoras, poco a poco mi balcón y mi mirada fueron cambiando.
Mi terraza rectangular se fue cerrando en un circulo perfecto, se revistió de piedras sillares, cuadradas, perfectamente sujetas con argamasa y se elevó al menos quince metros más de altura. Mi balcón, harto de cuentos surrealistas, de sol y mentiras, harto de ver pasar los días veloces como rayos codiciosos, mi balcón, medio loco y hastiado de toda esta vorágine mediática y nefasta, se transformó en “Atalaya”, y yo con el.

Por momentos queremos estar solos en algún páramo, en lo alto de algún risco yermo, aislados de toda esta mentira, pero esta torre trae de serie antena parabólica e Internet y nunca te puedes despojar del día a día.

Las revueltas Árabes; Siria obstinada en seguir matando y secuestrando a su gente; La ONU, a su rollo como un zombi, pero no somos capaces ni de enterrarla ni de reanimarla; El cuerno de África con hambre, muerta de hambre - Peligro, peligro, danger: este mundo se destruirá en tres minutos-.

de fondo:“[ ] voy aprendiendo el oficio. Olvidando el porvenir, me quejo sólo de vicio. Maneras de                           vivir...” 

Colapso y agotamiento estatal: Quiero subvención para la agricultura; Quiero subvención para la pesca; Quiero subvención para los ERES; Quiero una subvención de tres meses para el cambio climático de la tierra que estamos matando, que quiero comprarme una casa en la “Urbanización LA ZAGALETA”, crta. de Ronda km. 5 Málaga; Quiero subvención para una vivienda (no, coño, que me la den, que me la regalen); Quiero un trabajo (no, ese no, que me viene mal); Quiero que me subvencionen una mujer que no me de mucho la lata (y si no, me la cargo); Quiero, quiero, quiero, dame, dame, dame, yo, yo, yo... - Peligro, peligro, danger: este mundo se destruirá en tres minutos -.

de fondo: “[ ] no sé si estoy en lo cierto, lo cierto es que estoy aquí. Otros por menos han muerto. Maneras de vivir...”

Primas de Riesgo; Reformas (y otras chapuzas); FMI, S&P, Mudis; Déficit; Elevación de la deuda con el BCE; PIB; Portugal, ¡qué le corten la cabeza!; Irlanda, ¡qué le corten la cabeza!; Grecia, ¡qué le corten la cabeza!; Italia, ¡ponedlos a remojo que nos los comemos el miércoles que viene!; Francia ¡ pà el mes que viene, por gabachos!; España, ¡ay España, a esos los vas metiendo en una talega que pàl campo va mù bien y que no se te olvide acompañarla con una tortilla de papas, que me ha dicho que está mù güena! - Peligro, peligro, danger: este mundo se destruirá en tres minutos -.

de fondo: “[ ] Maneras de vivir...”

Londres arde, se asesina por un móvil o por un par de zapatillas; En Filadelfia hay “Toque de Queda” para los jóvenes; Batalla campal en las madrugadas de este mes de agosto, entre jóvenes y las fuerzas de seguridad en Lloret de Mar; Quiero más policías, más leyes, menos inmigrantes; Quiero más obleas sacramentales para una misa de un millón de personas (no sé si habrá absoluciones para todos, tendrán que mandar sus pecados por correo electrónico); Hoy se conmemora el cincuenta aniversario del tabique más largo y cruel de la historia, hoy hace cincuenta años del inicio del muro de Berlín (y todavía no lo han destruido, y seguro que alguno de los que han llevado flores a los pies de aquellos restos siniestros, claman al cielo: “Dios les da hormigoneras a los que no tienen cemento”). - Peligro, peligro, danger: este mundo se destruirá en tres minutos -.

de fondo: “ [ ] Maneras de vivir...”

Mi cabeza, embotada, cómo esta torre. Mi mirada, opaca, cómo estas piedras. Pero por suerte mis oídos, lucidos cómo un billete de cien euros.
Poco a poco los sonidos de la plazoleta me llegan mezclándose con los de mi amigo Rosendo. Poco a poco piedras y bolsas internacionales, conflictos juveniles, machistas asesinos, religiones de pacotillas, se van convirtiendo en arenisca. Ya empiezo a dejar de preguntarme cómo las economías de los países, las huchas de ciudadanos ajenos a este nuevo mercado, se están perdido junto con las ilusiones y los proyectos futuros, por culpa de unos corredores de apuestas adictos a ellos mismos y a la ruina. Ya no me interesa el lunes negro, el martes más negro aún, el jueves.... La bolsa, el mercado financiero, el parqué, eso es una casa de apuestas adulteradas. El caballo ganador es un maldito yonki que ya no da ni un resuello y todavía le hacemos caso a su propietario. Lo siento no es mi guerra, sé de sobra que soy un daño colateral y no puedo hacer otra cosa que esperar en las trincheras las consecuencias, que seguro, las habrá.
Mientras llega lo que tenga que llegar, estoy intentando cambiar mi “Manera de vivir”. Mis orejas empiezan a oír bicicletas, chiquillería. Quiero oír de nuevo al herrerillo, al colorín, el ladrido de mi perra, a mis hijos. Quiero empezar de nuevo a ver jugar a los niños en mi plaza, a ver como el césped que riego cada noche mecánicamente, crece verde y libre.

de fondo (esta vez con Luz Casal): “[ ] No pienses que estoy muy triste, si no ves sonreír, es simplemente despiste. Maneras de vivir...”

Soy un privilegiado, mi balcón tiene vistas a una plazoleta llena de vida, que la tenía átona, invisible, estaba cegada para mis ojos, oculta entre tanta materia gris y dejé por un minuto de ver su corazón, sus latidos.
Todavía por estos lares nos sentamos en el llanete, a la fresca, en la puerta de la casa: jugamos a bote con los chiquillos, y escuchamos a los viejos, paseamos en bicicleta, las estrellas las tenemos más cerca y conocemos los nombres de todos los vecinos.
Mañana me voy, o pasado, no sé, o al otro, pero vuelvo al monte, voy abrir los ojos en mi querida sierra, tengo ganas de volver a ser un iluso, tengo ganas de volver a mis “maneras de vivir”, tengo ganas de volver a mirar por los ojos de wiwi, hace tiempo que lo tengo a oscuras.

Tengo suerte, soy un privilegiado, mi balcón está alto para verlas venir y da a una plazoleta.



Espero que te guste....... Volveré.................

¡si este mundo no se destruye en tres minutos!

lunes, 25 de julio de 2011

CAPITULO 5



Vino escondido en la noche. En un susurro y con la voz quebrada me pidió un café largo y bien espeso. No le pregunte nada, no hizo falta, a través de sus ojos vi el horror. Mientras preparaba el café se echó a llorar como un niño pequeño, su llanto de tristeza me taladró los oídos, no pude mirarle a la cara, mis ojos se perdían en la llama que alimentaba la cafetera en el fuego, nunca antes lo vi tan roto, tan triste, un escalofrío caminó por mi espalda al verlo llorar de esa manera. Lo dejé allí, a solas, con su lucha interior, retorciendo el antifaz con sus manos y mirando como sus lágrimas desaparecían en el suelo de la terraza.
Estaba dejando el tazón de café sobre la mesa cuando empezó a contármelo todo, el cuerpo vencido hacia delante y con las manos ocultaba sus ojos, unas lágrimas suicidas se escapaban de entre sus dedos y saltaban al suelo....


El Llanete se despertó de repente, temblando, con un sudor frío y la cara desencajada, esa pesadilla la conocía perfectamente. Decidido salió en tropel en busca de un tejado en particular, en busca de una ventana a la que fue en muchas ocasiones. De nuevo el Llanete estaba en la ventana de Carlos. Llevaba casi siete años visitándola y llevaba casi siete años sufriendo por el pequeño que dormía en aquel dormitorio con vistas al infierno.

Las pesadillas del pequeño Carlos eran claras: papá aprovechaba la oscuridad y sin hacer ruido se metía en su cama y le susurraba al oído, y no precisamente cuentos de aventuras o nanas.
Las pesadillas del aquél jovencito callado y desangelado, nuestro amigo, las conocía perfectamente, y sufría, y se enojaba cada vez que acudía a aquella injusticia y no podía hacer nada por solucionar aquel horror.
Buscaba en las pesadillas del pequeño algún reclamo de auxilio, de ayuda. Su don solo actuaba cuando el dueño de la pesadilla buscaba la forma de ponerle fin a aquel mal sueño. Acudía ansioso cada noche esperanzado con que el niño desde lo más profundo de su ensueño, clamara socorro o amparo, pero aquél niño siempre afrontó aquello como parte de la naturaleza de la vida. El único acercamiento que el Llanete tuvo con Carlos fue una tarde mientras se cruzaron por la calle, rápido y conciso le advirtió al niño que lo que estaba haciendo su papá con él, estaba mal, que eso no lo hacía ningún padre con sus hijos.
El niño lo miró y dudó por un instante, aquellas palabras que aquél desconocido le dijo tenían sentido, aquellas visitas de madrugada qué papá hacía a su cama, le daban miedo.

Carlos fue creciendo lentamente, suportando la locura de su padre noche tras noche, pasó desde los cuatro años a los catorce en un caminar solitario, con las manos en los bolsillos mirando a ninguna parte y los ojos cada vez más cerrados, casi desaparecidos de su cara.
El día de su primera comunión papá le advirtió que había dejado de ser un niño, que ya empezaba a ser un hombre, por lo tanto debería ser él el que a partir de ahora tocara a papá.

Nuestro superhéroe a cada pesadilla del pequeño, sufría más y más, pero su maldito don era débil, su fuerza era inútil mientras que Carlos no quisiera salir de aquella pesadilla.
Hace poco, una noche de frío tormentosa el Llanete salió rápidamente hacía la ventana del joven Carlos. La pesadilla del muchacho discurría por el asesinato de su padre. El Llanete vio claramente como el chico arrojaba desnudo a su padre por un pozo. Carlos no se despertó esta vez sobresaltado como ocurría en otras ocasiones. Y el Llanete, por primera vez se sintió aliviado de que chico continuara con su pesadilla....




Aquella noche en mi terraza el Llanete Solitario lloraba de frustración. Después de contarme la vida del pobre Carlos, mientras retorcía su antifaz desesperadamente, me enseñó un trozo de periódico con un articulo remarcado en rojo.

. EXTRAÑO SUCESO
En la tarde-noche de ayer se hallaron en extrañas circunstancias los cuerpos de un padre y su hijo. Estos yacían desnudos sobre la acera. Las primeras conclusiones indican a el suicidio de ambos. Los dos junto a la madre-esposa vivían en el quinto piso del mismo bloque donde fueron hallados los cadáveres. La madre tuvo que se atendida en estado de shock. El juez a declarado secreto de sumario....

Sólo le dije: - Y ahora qué. Tú no tuviste la culpa de nada, en ningún momento pudiste ayudarlo, no puedes culparte de nada -

El Llanete se tomó de un sorbo su café y antes de marcharse caminando por la tejas de mi tejado como el que camina por la arena de la playa, me dijo: - Seguro que la madre permitía esto -

Llegó a su casa, vencido se echó en el sofá, sonó el teléfono, pero no tenía ganas de hablar con nadie. Saltó el contestador y una voz acusatoria se oía por aquel aparatejo: - Tío no te dije que aquella noche estuvimos juntos, eres un capullo, tengo a mi mujer súper mosqueada -
El Llanete miró las lucecitas del contestador y le dijo sin pestañear: - Tú si que eres un capullo, gilipollas -

Esta vez no se pudo hacer justicia, esta vez la vida caminó sola, como lo hace siempre.



Un saludo desde un balcón, a estas horas, en soledad..........................

jueves, 14 de julio de 2011

CERRADO/ABIERTO POR VACACIONES



     ¿QUÉ TAL VECINOS?

     Entre el bochorno, esta tecnología que me tiene manía y unos días de retiro familiar, las persianas del balcón las he tenido cerradas.

     Escribo bajo la brisa artificial de un aire acondicionado bastante quemando a estas alturas de verano. Por estas fechas me convierto un poco en hombre tortuga y solo saco la cabeza cuando no hay más remedio. Me cobijo al abrigo de los veintitrés grados que este aparatejo ruidoso me ofrece desde lo alto de la pared del salón.
Me he puesto a repasar el "cuaderno de bitácora" de estos últimos días, lugares, fotos, preguntas, reflexiones, bueno no ha estado mal. Me asomo al reclamo de un vecino que me cuenta, otro que me pregunta por donde ando, entonces aprovecho y desde la barandilla de este balcón y cuaderno en mano...

     Una mañana me acerqué cinco minutos a Málaga, junto a unos amigos repasamos y revolcamos teorías  literarias que no nos llevaron a ningún sitio, pero que engrandecieron aún más la palabra LITERATURA. Conocimos a Rafael Ballesteros, autor malagueño de excepcional concepción literaria y de enorme pasión y entrega en su labor de escritor. Previamente leímos de su obra "Los últimos días de Thomás de Quincey", un texto bastante bueno, limpio y muy enriquecedor.

     A las siete de la mañana de un sábado puse rumbo hacía la capital de España, teníamos visitas pendientes.
 Comenzamos visitando las segundas viviendas que unos amigos tienen aquí en España.  La cuadrilla  de         " Piolín y Bug Bunny" se compraron unos chalés en Pinto (aunque todos nosotros le pagamos la hipoteca). Hice de tripas (revueltas) corazón y durante un par de días sólo me dejé llevar por dos pares de ojos llenos de ilusión. La verdad es que esa ilusión y esa inocencia se transmite como un refriado, al final era yo el que pataleaba y me enchiquillaba por otra vuelta más en la montaña rusa del "Correcaminos". Abusivos los recordatorios, fotografías y refrigerios en estos hipermercados temáticos.
No queda otra, haz de cumplir la promesa a un niño, de lo contrario, mal empezamos (pienso).

La visita a la capital estuvo llena de todo. Me planté en el Km. 0, justo en aquella plaza del sol, a unos setenta metros de profundidad, hace un tiempo, dejé mi firma. Mi sudor, mis añoranzas, parte de mi, yace en lo profundo de un pozo a escasos metros de donde hoy se concentran unos de revolucionarios indignados gritando al cielo. Imagino y sueño que aquellas gotas de sudor, incluso alguna de sangre que vertí en esas galerías, han hecho florecer a estos seres tan vivos, que como yo, en aquellos días, en el centro de España, también grité a viva voz, aunque al final mis gritos por su profundidad, llegaron como susurros a la boca de aquel pozo que se trago algo de mi.
Visité a un peruano dueño de una tasca pequeñita, pero de grandes raciones de amistad que durante un año y medio nos cobijó en su negocio como si fuera nuestra casa. Si, en la calle Aduana, Hugo regenta un bar pequeño como él, pero de lo más grande que tiene Madrid. Al lado de Hugo, en la calle Montera, ya no se alquila carne de princesas, ahora se compra oro y las parejas de los portales ya no son de prostitutas, ahora son de agentes municipales.

Madrid es mucho Madrid.....


Vaya os tengo que dejar, acaba de asomarse a mi balcón un vecino que le gusta mucho el café que hago. Además, seguro que lo que viene a contarme es bastante fuerte pues viene con capa y antifaz y hace tiempo que no lo veo de esta guisa.
Seguro, mañana continuaré con mi "cuaderno de bitácora", ahora disculparme, pues tengo visita y he de preparar  bastante café, fuerte y amargo......

Un saludo y por favor mirad de nuevo la luna, aunque sea la de la fotografía de arriba....

domingo, 26 de junio de 2011

CAPITULO - 4




Dormía profundo, un hilo de saliva le goteaba tímida pero cansinamente por la comisura de sus labios hasta el cojín. Cómo ese sueño, pocos, cómo esa noche en aquél sofá, pocas.
Tan repentino y agradable le pilló el sueño, que no le dio tiempo ni a subir hasta la habitación. Ni se movía, sólo un ronquido crónico y devastador rompía la soledad muda de la estancia.
Prefería aquél sofá quinceañero con el molde de su silueta incrustada entre aquellos cojines rancios, a la cama de achuras matrimoniales que un día compró si saber por qué.
La melodía del móvil sonó al menos en tres ocasiones antes de que el Llanete se enterará.

            — ¡ Tío ! ayúdame.

Le contestó con una voz gutural nacida desde lo más hondo del estomago...                  — ¡Eeeeeeho! —  y siguió con su cara incrustada en el cojín.

            — Si mañana te llama mi mujer, le dices que he pasado la noche contigo.

El Llanete no se movió un ápice, cerró la conversación esta vez con una cacofonía afirmativa algo más aguda que antes... — ¡ Iiiihiihi ! —

Colgó mecánicamente el aparato, aún con los ojos cerrados giró su cabeza hacia el fondo del sofá, las dos horas de babas se las llevó en las mejillas sin inmutarse.
Los días del Llanete comienzan casi al alba y se despertó del tresillo con la cara pegadiza y la boca pastosa. Andaba por el pasillo medio sonámbulo gesticulando y manoseándose la cara en busca de algo extraño. Otra vez el teléfono sonó, lo oyó indiferente, una, dos, tres, hasta cinco veces cantó la banda sonora del móvil. La insistencia de las llamadas y la hora temprana que era, le removió un poco la preocupación. A través de un ojo semi abierto vislumbró el nombre de Raquel en la pantallita azul del teléfono.

            — ¿ Iiiiihiihii ?
            — ¿ Oye y Paco, está contigo?

Tardó al menos doce segundos en reaccionar y responder. Paco, el nombre de Paco le sugería algo. Paco, por qué le venía ese nombre a la cabeza. En esos doce segundos de silencio el Llanete hiló un especie de sueño con una llamada de teléfono. Si, en sólo doce segundo nuestro superhéroe fue capaz de reaccionar.

            — ¡ Eheehee !... Paco se acaba de ir, sí..... ya no está.

Raquel colgó sin decir nada, le dejó un pitido repetitivo e insoportable en el oído, nuestro amigo ya con el ojo casi abierto miraba extrañado aquel aparato del demonio.
Un café bastante negro y amargo le abrió el otro ojo y salió a la calle sin darle la mayor importancia a aquellas llamadas de teléfono. Salió cómo cada mañana, a la guerra, a su guerra, a combatir el mal que él sólo percibía.
En esas estaba, camuflado, detrás de otro café largo a media mañana en aquella tasca sin nombre. Los campos de batalla por los que actuaba el Llanete eran los típicos bares del extrarradio, tascas y garitos entre las sombras de las callejuelas y locales de dudosa reputación. El grueso del día los pasaba por estos tugurios, pero el sabía perfectamente que donde más acción, donde más injusticias había que combatir eran, en los restaurantes de muchos tenedores, en los portales de las comunidades de alto copete, en las tiendas de barrio, esas familiares en las que todos se conoces y en las que todo se calla, en los grandes hipermercados, en los parques infantiles, estos siempre los tiene marcados con una equis en grande y en rojo en su mapa de guerra.
Miraba a través del café... y su mundo casi siempre era negro. El Llanete movía aquél liquido cansinamente con la cucharilla, disimulando mientras escuchaba la conversión de dos obreros despotricando sobre los emigrantes, no iba a actuar, pues sabía que aquello no iría lejos, la típica conversación de barra de dos membrillos que no tenía dos dedos de luces.... el pan nuestro de cada día. Pero lo que si le estaba retorciendo las entrañas era la mujer que al final del mostrador, en el rincón en sombra, se estaba dejando el sueldo o el de su marido en la maquina tragaperras.
La estampa era la típica, mujer de mediana edad, con un carrito del mercado a su derecha, el monedero debajo de la axila, apretado, protegiéndolo, cómo si se lo fueran a robar (cuando no le faltaba a nadie que le robara, ella sola  ya lo hacía muy bien).
Contemplaba el último billete que salía de aquella cremallera, lo miraba y rebuscaba en el interior del monedero por si había alguno más, lo tocaba, miraba a un lado, miraba al otro, se pasaba la mano por los ojos, por la cara.... y lo introducía en la maquina.
El Llanete café en mano se movió hasta colocarse justo detrás de esta señora. Cómo buen soldado se mimetizó con el hábitat, cogió un periódico y comenzó a leerlo por encima. No dijo nada, pasó página tras página hasta que en el local no quedó nadie. Los membrillos se fueron con la misma cantinela, la única que conocían, son especialistas en echarles la culpa de todo a los demás, desgraciadamente el Llanete se cruzaba a diario con muchos ejemplares como estos, el camarero colocaba unas mercancías en las neveras, el Llanete se quedó solo, espalda con espalda con la mujer de la maquina.
El nerviosismo y la incertidumbre eran los causantes de la danza que mantenía esta señora, se movía de un lado a otro como ida, nerviosa, poseída. A la partida ya le quedaban pocas manos aquel billete ya se moría, el contador de la maquina restaba los juegos como si fueran los segundos en una bomba a punto de estallar.
El recurso que el Llanete iba a ejercer con esta mujer no le gustaba. Lo había hecho muy pocas veces, pues es muy arriesgado y se puede descubrir el pastel, ya que su don lo tenía que hacer a plena luz del día y con posibles ojos que lo descubrirían, pero no tenia otra elección.
En un gesto rápido nuestro superhéroe se colocó a la espalda de la mujer, le tapó los ojos y le susurró al oído.
A la mujer le apareció en sus ojos tapados la película de su vida. Fueron pequeños y cortos fotogramas sobre pasajes de su familia y de su vida, no sabía si correspondían al futuro, al presente, o al pasado, pero lo que estaba claro es que era muy real.
El primero que vio fue, a su marido sentado en una banqueta en la cocina, llorando en un silencio atronador para que no lo oyeran sus hijos y abrazado a un vaso de vino.
Otra imagen correspondía a su hijo pequeño preguntándole a su hermano mayor, por mamá, por papá, y por la comida, y su hijo mayor no sabía que contestarle.
Y en otro fotograma ella se introducía el pene de un viejo en la boca, en las escaleras del edificio que había por debajo de donde ella vivía, y el viejo sacó veinte euros arrugados del bolsillo y los introdujo en el sujetador y quedó con ella para el día siguiente.
Luego aparecía imágenes más rápidas, peleas, broncas con su marido, con sus hijos, puertas de tiendas cerradas en las narices, hermanos que no le cogían el teléfono. Y la última de esas imágenes fue la más precisa, ella de pie en la barandilla de la azotea con el abismo a sus pies, y nadie de su familia y nadie de sus amigos que estaban a su espalda, la intentaban parar.
Todo esto duró un par de segundos, el Llanete destapó los ojos de aquella señora y se giró de nuevo al periódico como si no hubiera pasado nada. La mujer agarró el carrito de la compra y si pestañear, dejando la maquina jugando sola, salió del bar sin decir nada y sin mirar a nadie.
El camarero entró medio silbando, se extrañó de lo desierto que se quedó el bar, sólo uno al final de la barra leyendo el diario y moviendo el café con una cucharilla.

            — ¿Qué te debo? — preguntó el Llanete sin levantar la vista del periódico.
            — Uno veinte — respondió el muchacho de detrás de la barra.
            —Aquí tienes, y lo que sobre para el bote.

Ya se marchaba nuestro amigo por la puerta del bar cuando de la maquina salió una música de feria y unos destellos intermitentes. Las especiales extraordinarias, aquél aparato infernal empezó a vomitar monedas de euro sin descanso.

            — Oiga, jefe ¿y la mujer que estaba aquí, donde está? preguntó el joven barman.
            — De qué  mujer me hablas yo no he visto a nadie.

El Llanete marchó calle arriba, en lo alto había una pescadería bastante buena, donde tenía un mostrador repleto de falta de ética, de falta de moralidad y de falta de respeto, aunque  con unos boquerones excelentes.
Ya en su casa, de nuevo sobre el sofá con su ADN, otra vez el maldito móvil sonando. En la pantallita azul el nombre de Paco "EL PESAO".

            — Este me llamó anoche, y su mujer, me llamó esta mañana ¿qué querrán? —


Este Llanete, ya me dejado otra vez con la miel en los labios, y se va, y no me cuenta nada más, que quiere dormir dice, que anoche no durmió bien.

Bueno amigos a ver si saludáis, que sé que os asomáis a este balcón, que os veo. Por lo menos unas "buenas noches", o unos "buenos días".

Esta calima a empañado las estrellas, los grados de más le han quitado la gracia a los rosales y a los geranios, pero esto es lo que tiene el tiempo, que ahora es de noche y hace calor, pero mañana viene y sale el sol y sale el frío. Cosas del tiempo, que hace tiempo que no se para.

Un saludo y buenas noches...................



jueves, 16 de junio de 2011

¡EXTRA,EXTRA!












Pienso que todos estos, antes de una emisión, o en la portada de sus diarios, debieran de mostrar aquellos rombos negros que hace años nos alertaban de alguna nalga o algún cacho de teta. O advertir en letras grandes y en negrita que en el interior de su publicación o la siguiente imagen, pueden herir la sensibilidad del receptor.

Los "MEDIOS" no tienen conciencia ni respeto. No valoran el poder que tienen (¿o sí?, ¿o sí saben bien lo que están promulgando?). Da miedo abrir un periódico, el título del articulo acongoja, que el contenido sea pobre, mal narrado e incluso con faltas ortográficas, da igual, su afán es echar carnaza.
Hay que ser licenciado en economía, en derecho, saber de todos los acrónimos que aparecen, tenerlo claro o rojo o azul, o blanco o negro. Tenemos que dominar la geografía, la historia, la meteorología, tener mano izquierda para resolver  o dilucidar algún sin sentido que aparece casi a diario.  Enfrascarnos en el papel de ultra, si ultra de lo que sea, pero ultra (de algún deporte, de algún santo o virgen, o romería, de algún hobby) hay que demostrar a los que nos rodean que sabemos más que ninguno de algo. De todo esto y de más elementos hay que saber, o al menos aparentar que se sepa.
Los "medios" nos acribillan constantemente con el mal, lo malo vende y nos han creado un estado de alerta y excitación constante. Cierto es que "la crisis, los políticos corruptos, el maltrato de genero, la devastación medioambiental, el paro, la miseria humana", todo esto es el pan nuestro de cada día y lo peor es que no se ve una solución. Por supuesto que de su  parte no va ha ser, viven muy bien detrás de la barrera dando pases de pecho de salón, y además lo tienen claro, no tienen por qué, ellos son simples contadores o narradores de hechos. Pero se están aprovechando de esta vorágine, están tirando la piedra y escondiendo la mano.

Ayer tuve que usar mi mano izquierda para explicarle a mi hijo de seis años porque a un hombre lo habían matado de un par de tiros (el atracador del banco) a las tres de la tarde y por la televisión... (sin palabras). Hoy he tenido que excusar a un noticiario (no sé de qué cadena, ni me importa) , mi hija de ocho años con pavor, y alguna que otra lagrima en sus ojazos azules no se explicaba porque a una mujer le estaban tirando piedras, a otra le cortaba las manos y a otra le faltaba media cara. En ambos casos no me dio tiempo a cambiar de cadena, simplemente comíamos y yo traía la jarra del agua, simplemente.
Hace tiempo nuestras sobremesas eran de pobres niños africanos, delgados como el filo de un papel, con su ojos apagándose por momentos, con la boca llena de moscas, y con un buitre y la muerte al lado suya. Eso hace mil años ya, ahora vivimos ejecuciones en directo, insultos, maltratos, gritos, ladrones, corruptos, violadores y, aquellos pobres niños negritos.... ya no venden portadas, ni titulares.

Me estoy quitando, poco a poco, como cuando hice con el tabaco (cuesta), pero lo conseguiré, quiero bajarme de este tren de maldad, por momentos parece que tuviera la culpa de todo lo que está pasando, o que estuviera obligado a solucionarlo. Ya está bien....


Anoche vi como la luna se avergonzaba y le salían los colores, desde mi balcón tengo buena vista. No es primera linea de playa, pero es segunda, y se oye el mar.

Buenas noches......

martes, 14 de junio de 2011

CAPITULO - 3





...... María lloraba desconsolada y cabreada, los ojos y las mejillas prendían de rabia. El Llanete le tocó el hombro y le dijo:    No puedes tener todo lo que quieres, ese amor no te corresponde.

María ha vivido bajo el reino del consentimiento, la envidia y la exigencia. Mamá le dio todo menos valores y, papá le compró todo, aún hipotecándose de por vida. Hija única (gracias a Dios), y con la sangre hecha veneno. En María todos sus quebrantos, todos anhelos, todas sus envidias y rencores formaron y forman parte de su concepción de la vida. El ADN de "la pequeña emperadora" a mutado al odio y la posesión.
María lo qué quiere, lo tiene, cueste lo qué cueste.

Aquella noche María lloraba desconsolada y frustrada, por primera vez le habían  dicho que no. El Llanete a modo de explicación le dijo que no podía ser, ella sin levantar la vista del alquitrán le escupió en los pies. Nuestro amigo la conocía perfectamente y siguió su camino.
Ya en la cocina de su casa, el Llanete se movía como un lobo, de un lado a otro, incesante, con la mirada al vacío, presentía que aquella joven tramaba algo.
Hizo de tripas corazón, desterró del olvido su traje y se lo enfundó, conocía a María y sabía de sus intenciones y de lo que era capaz de hacer. De madrugada se presentó en el alféizar de su ventana y cómo siempre, los sueños de aquella muchacha eran pesadillas. Desde pequeña, aquellas envidias, aquellos caprichos, aquellas angustias venían todas las noches en forma de pesadillas, para el llanete siempre fue un caso especial pues no podía apaciguar sus sueños, es más la pequeña encontraba alivio en aquellos rencores y odios que la despertaba de sobresalto en la madrugada empapada en un sudor frío. María creyó que si conseguía todo aquello que quería, apaciguaría el sueño, pero siempre que conseguía algo otra nueva pesadilla le afloraba esa noche. El Llanete tuvo que rendirse una madrugada, cuando en plena lucha de sueños, el rostro de aquella joven relucía esplendorosa, orgásmica. Nuestro héroe dio un paso atrás hasta la noche que se la encontró en aquél escalón.
De nuevo buceó por la duermevela de María, y otra vez la figura del profesor del instituto rondaba aquella pesadilla. María en ese mal sueño se veía penar a causa de aquel profesor, el amor que ella sentía no era correspondido por este, y la joven se hundía más y más en su desazón, pero al despertar, la realidad era muy distinta, ella era la que desde jovencita atosigaba y presionaba al maestro. Lo buscaba, lo incitaba, hasta lo acusó falsamente de abuso sexual cuando él la ignoró por completo.
María quería aquel profesor, y no por amor, o por amistad, simplemente porque él fue el único que le dijo que no.
En su pesadilla maquinó echar a pique el matrimonio del profesor (qué se habrá creído este enclenque asqueroso, qué puede hacer lo qué quiera,   seguro que      "una faena"   en los servicios del pub donde él solía ir con su esposa, será suficiente para destruir a este desgraciado).

El domingo por la tarde Raúl y Celia fueron a tomar una copa y ver el partido al pub como casi todos los domingos. Celia esa tarde estaba algo inquieta, con una sonrisita pegada en los labios, nerviosa, mirando en todos los rincones del garito, sobre todo en los oscuro, estaba avisada.
En el descanso del partido Raúl hizo un gesto con la cabeza a modo de despedida y se encaminó hacia los servicios, tres puertas y bombilla rota desde hace dos años son las barreras antes de llegar al urinario.
Celia se disponía a seguir a su marido, Celia se disponía a confirmar lo que aquella llamada de teléfono de hace unos días la dejó helada. La espalda de Raúl desapareció de su vista, giró los tacones rumbo a los pasos de su marido. De repente alguien tiró del brazo, la paró en seco, y su amiga le empezó a hablar de una boda. La pobre Celia ni tan siquiera oía lo que decía su amiga, solo recordaba los llantos y el desgarro que a través del teléfono aquella mujer le contaba sobre la humillación que le hacía pasar Raúl, y le advertía sobre aquella tarde y lo que su marido le iba a obligar hacer  en aquellos servicios.
Celia se zafó de su amiga y de tres largos pasos, y de tres patadas a las puertas, entró violentamente en aquella letrina oscura y maloliente con una linterna en la mano como le advirtió la mujer del teléfono.

    — ¡ Raúl, cómo te atreves! — dijo apuntándole a la cara con una circunferencia de luz proveniente de la linterna.

El Llanete no dijo nada, sólo se le dibujó una mueca feliz en su sonrisa, a María, debajo del ombligo de nuestro superhéroe no le llegaban las palabras (tampoco podía hablar en ese momento). Raúl, al revuelo, entró en el servicio y tiró de su mujer hacia la puerta buscando una explicación. Sólo dijo extrañado al ver la postal,  — ¡Ey vecino, ya te vale, cómo te lo montas! —  y salió con su esposa mientras estas casi llorando le contaba que una loca le había llamado por teléfono el otro día diciendo que.....

Por la noche, bajo la misma farola, María ya no lloraba, pero miraba fija el alquitrán de la carretera. Esta vez el Llanete dobló las rodillas y sus ojos los puso a la misma altura que los de su vecina, le agarró por los hombros y obligó a que María le mirase a la cara.

    — Ves, cómo no puedes conseguir todo lo que quieres....

Y se alejó y cuando oyó el llanto normal de una joven, cuando oyó el llanto de corazón por la estupidez que había cometido, cuando el llanto que se oía por la calle a esas horas, era el de la rendición, al llanete se le dibujó otra mueca de felicidad en los labios, diferente a la que tuvo aquella tarde en los servicios del pub, pero una sonrisa...

Sobre las cuatro de la madrugada el sonido estridente del móvil le despertó de su sueño.

    — ¡ Tío ! ayúdame...

pero eso, eso será en otro momento.....

La noche se echa sobre la calle, hoy las flores de mi balcón estaban con la boca abierta, seguro que un poco de agua les calmará la garganta.

un saludo y buenas noches..................