martes, 14 de agosto de 2012

MANÍAS, MANías, maníiiaaas...

Qué tal vecinos...

Hoy es 15 de Agosto, fiesta nacional y festividad en infinidad de municipios. Estamos como aquel que dice, “en mitad del meollo estival”.

He parado para deshacer maletas y preparar otras, y me he asomado al balcón un momento. Al menos el aire de esta noche, refresca la cara.

He escrito varios artículos en este tiempo para colgarlos con pinzas sutiles y literarias en el balcón. Uno hablaba de la gesta de la selección en la euro-copa, este texto parecía un cuento de los hermanos Grim, muy chulo. Otro de la crisis, parados, re-crisis, parados, reformas, parados, recortes, parados, sin paga extra, parados....y todo esto que nos está pudriendo como un cáncer la sociedad española. Este era más docto, más serio y regio, dejando escapar alguna lágrima al final, pero muy formal. Otro artículo que me gustó mucho era (como el que escribo casi todos los años) de mi amada Sierra de Cazorla, Segura y la Villas, por mi reciente estancia en la misma. Narraba como una mezcolanza entre Whasintong Irving y Don Quijote mi paso por tan bellos parajes. Las bondades que nos ofrece la naturaleza, lo pequeños que somos ante la magnitud de una sierra coronada por un vigilante Yelmo, allí, en lo alto, cómo el ojo de Mordor, el ojo del Señor de los Anillos que todo lo ve, muy novelesco, apropiado para el entorno.

Mis relatos sangraban por el momento en el que me encontraba. Cómo buen aprendiz de “peter pan” que soy, todo lo que veo, todo lo que siento, intento desparramarlo sobre unas lineas. Buscaba adjetivos oportunos, metáforas rompedoras y al final....alguna lágrima. Estos cuentos y artículos están pulcramente guardados en un una carpeta de un fichero adecuado en mi pc. Todo esto porque no pude hacer una bola de papel con ellos y mandarlos al garete al país de las bolas de papel. Si, esa nación que antaño vivía junto a la papelera de cualquier aprendiz de "peter pan" y una olivetti 92 en sus manos.
Quiero decir con todo esto, que hasta que no he llegado a mi balcón y he sacado la cabeza por el y no me he impregnado de su fragancia, no he sido capaz de otorgarle mi beneplácito a este escrito. Y serán Manías pensaras, pues si, y es ahí donde quería llegar. A las MANÍAS.
Las manías para mí, son el ADN social que tenemos los individuos. Por ellas nos van a calibrar, nos van a tachar e incluso a cuantificar. Nuestras manías son, esa hipoteca que debemos arrastrar dentro de esta sociedad de por vida, entre unos y otros.
Aveces las adquirimos, otras no las imponemos y con la mayoría, nacemos. Y aveces, también, las ocultamos y las escondemos.
Pasamos por la vida repudiando manías ajenas, consintiendo y aceptándolas. Pasamos por la vida creando un arquetipo de manías con un fondo de escaparate para así poder integrarnos en esta sociedad manida e hipócrita.

Si, mi nombre es wiwi, y llevo 39 años con manías.

Pero cómo tú y cómo mi vecino, incluso como aquel perro que todos los días se caga en mismo sitio.
Las manías están en ahí cómo los ácaros el el aire, vivimos con ellos aunque no nos gusten, pero forman parte de nuestra vida.

Estos días he podido recuperar aquella vieja manía mía que tenía en el fondo del último cajón de la cómoda del salón, si, allí donde quedaron los restos de la cubertería del ajuar de cuando me casé. Si, en ese cajón que llevo años y años sin abrir. Si, allí, junto al cuchillo romo y doblado de untar mantequilla que no vale para nada, allí mismo tenía olvidado esta manía.
Y no era otra que la de reír hasta que me dolieran los costados, esa manía en la que las lágrimas son de felicidad, esa manía en la que las mandíbulas casi se salían de su sitio y las agujetas del día después me recordaron el rato que eché.
Aún recuerdo aquellos momentos en los que me doblaba y me agarraba el corazón, pero no era por dolor, sino todo lo contrario, era por la risa pura y dura.
Tan fácil como reírse de uno mismo, tan sencillo como reírse en compañía por cualquier motivo, tan necesario como estar al lado de amigos y amigas al compás de una copa y unas risas.

Estamos en unos momentos muy difíciles y creo que aún se pondrán peor. Ojalá esos tontos dirigentes y esos tontos avaros, recordaran de nuevo lo que es reír hasta perder la razón. Qué esta manía mía se les pegara un poco. Ojalá una buena amistad, un buen momento rodeado un “centenar” de gente sencilla y humilde al cobijo de la luna serreña, sea más valioso que todos los dineros del mundo.

Yo, por mi parte intentaré seguir con mis manías, pues ya tengo algunas, y otras que he recuperado del olvido.

                                  Un saludo........y buenas noches vecinos...!!